Una taberna  se llama Tiroler Alm, situada un camino de 4 minutes cerca de nuestra hostel, pasando por la puerta sentaba como pasando en la casa de mis abuelos; bienvenidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los cubiertos de las sillas tenían un llamamiento de ganchillo, los paredes eran decorados por las paneles de madera, eran ventanas de cristal colorada, pinturas en todos los paredes, un gato corriendo liberamente por el restaurante, y, mi parte favorita, un crucifijo situado encima de la bar. Aun antes de cenar, o hablar al propietario del restaurante, yo estaba encantada por el lugar. Como unos estudiantes universitarios--muchos de nosotros visitando Europa por la primera vez--es difícil para encontrar los lugares acogedores en las ciudades grandes. Quizás solo puedo hablar de mi propia experiencia, pero cuando estoy viajando a otra ciudad u otro país, ha sido muy fácil para quedarme en los centros de las ciudades--con las cosas turísticas, los luces brillantes, y las calles ruidosas. Sin embargo, esta restaurante me traía un ambiente más tranquila--como la ambiente que he extrañado de Charlottesville. En esta manera, el restaurante me servio.

 

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Era muy tarde por la noche cuando hemos visitado este restaurante y, por eso, la cocina estaba cerrada, técnicamente. Sin embargo, el propietario, un caballero viejo se llama Peter, era muy agradable y tomó nuestros pedidos. Por mi propio parte, pedí para Berner Sausage, una salchicha austriaca llenada con queso, envuelta en jamón, y servida con papas fritas. Este plato con una taza de vino era mi mejor experiencia en el país entero. Despues de servir nuestros platos, Peter seguio a ser amable, diciendo unas historias de su ciudad natal una ahora fuera del Viena. También ha introducido a nosotros dos licores: un de Austria, y otro hecho específicamente de los árboles en los Alpes. La noche termina con nosotros--mis compañeros, Peter, y yo--sentando sobre el bar discutiendo la historia de Austria y comiendo unas trufas. Para conocer un hombre tan sincero como Peter, en un lugar inesperado, y gastar tres horas con el fue una experiencia inolvidable y ha sido que yo queria el momento de llegar en Valencia.

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